domingo, 18 de mayo de 2014

Miguel Sánchez-Ostiz, sin hipotecas

Nunca me ha resultado fácil entrevistar a Miguel Sánchez-Ostiz. Por más que prepare la charla, anotando múltiples vías de salida por si encalla, cuando llega el momento de la verdad, no puedo evitar la sensación de caminar por terreno inseguro. Supongo que, en parte, es la certidumbre de que no voy a estar a la altura de su discurso. Ni en fondo ni en forma. En fondo, porque me lleva un millón de traineras de cultura general. En forma, porque él estructura la palabra y los silencios de un modo impredecible. ¿Ha terminado ya? ¿Sigue? ¿Va a rematar la idea? ¿La deja en suspenso? Uno se siente como un tenista dubitativo al resto, condenado a la precipitación o a llegar irremisiblemente tarde. Y a pesar de todas esas complicaciones, o precisamente por ellas, cada vez que encuentro una mínima excusa para conversar con Miguel, me lanzo en plancha.

Esta vez ha sido la publicación de Con las cartas marcadas (Pamiela). Casi todo lo que veáis por ahí sobre este libro os puede llamar a engaño. Diría que incluso la nota de la contraportada se queda corta. Me explico: podría dar la impresión de que se trata de una recopilación de escritos de cariz político, al estilo de El asco indecible. Ciertamente es también eso, pero además, un dietario cien por ciento Sánchez-Ostiz. Las notas biliosas sobre la actualidad comparten espacio con reflexiones a vuela pluma, apuntes eruditos o nostálgicos, pensamientos, divagaciones, humoradas, crónicas viajeras, estampas del natural...

Lo recalco porque la charla que mantuvimos en Gabon el pasado viernes se nos deslizó hacia lo más prosaico. Y aun así, estoy seguro de que no os defraudará, especialmente si os gusta escuchar a quien habla sin pelos en la lengua ni hipotecas mentales. “Tengo mis dudas de que dentro de un año o año y medio se pueda publicar un libro así”, asegura en uno de los momentos. El resto, mejor lo descubrías por vuestra cuenta... Como introducción, una ranchera de Pedro Infante.

1 comentario:

  1. La lectura que hace sobre toda una sociedad a la luz de 10 millones de votos sin citar contexto alguno me parece más una provocación que una reflexión. Las inquietudes, incluso alguna de las dudas que manifiesta Miguel Sánchez-Ostiz las podría compartir, pero no así sus comentarios, que parecen más bien pensados para cerrar cualquier posibilidad de entendimiento.

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